El_origen_del_maíz_blanco

El origen del maíz blanco


Sucedió hace miles de años, en un pueblo de nuestra patria.
La hija menor del rey nació una noche de luna llena.
Desde ese momento fue cuidada con esmero.
Tenía los ojos rasgados, grandes, que iluminaban toda su cara.
Pero no solo los ojos la hacían atractiva, sino también sus dientes blancos y brillantes.
El rey estaba muy orgulloso de su hija menor y los príncipes de otros pueblos la pedían en matrimonio, pero el rey no se decidía por ninguno. A la joven de ojos grandes y los dientes blancos y brillantes le gustaba pasear por el bosque.
Le gustaba mirar las altas montañas y el río que caía en cascadas formando pozas en donde solía bañarse cuando brillaba el sol.

Un día, la joven salió de madrugada y fue a bañarse a una de las pozas del río.
Estaba jugando con el agua cuando, de pronto, escuchó una voz que venía de los matorrales:
—Doncella, si quieres conocer a un alto varón, sal de la poza y sigue las huellas que dejaron sus pies al otro lado de las rocas.

A la joven le encantó la voz y, curiosa, siguió sus huellas.
Caminó un rato hasta que, cansada, pensó en volver.
Pero la voz se dejó oír de nuevo en el monte, diciendo:
—Doncella, sigue las huellas hasta que llegues a la entrada de la cueva.

La joven caminó y llegó a la cueva. Entró y encontró un hombre cubierto con una capa brillante.
Era el Señor de los Murciélagos, que le dijo:
—Si te quedas conmigo, tu hijo será fuerte como estas rocas que nos rodean, hermoso y bello como estos bosques.
La joven ya no regresó a su casa.
Después de unos meses, dio a luz a un niño muy hermoso.
Tenía la nariz respingona de su padre y los dientes blancos y brillantes de su madre.

Por aquellos días, hubo una gran hambruna en el pueblo.
Una plaga de ratones había devorado el corazón del maíz, la semilla para sembrar.
Cuando la joven se enteró de las desgracias de su pueblo, decidió regresar.
Su padre, muy enojado, le dijo que era la culpable de lo que estaba pasando.
Y le ordenó:
—Anda, ve y busca semillas de maíz para que nuestro pueblo no sufra más. Si no lo consigues, muy pronto los ancianos y los niños comenzarán a morir, debilitados y enfermos.

La joven fue en busca de semilla de maíz. Caminó muchos días y noches.
Una noche agotada, se quedó dormida en medio de la selva.
Al despertarse se dio cuenta de que estaba en el interior de la cueva del Señor de los Murciélagos.
Estalló en llanto y le contó su pena.
El Señor de los Murciélagos le dijo:
—Mañana, al salir el sol, volverás a tu pueblo. Que los hombres trabajen la tierra. Y cuando llegue la época oportuna, ¡arráncate los dientes y siémbralos!

La joven regresó a su pueblo y contó lo que le había dicho el Señor de los Murciélagos.
Hicieron todo como él había dicho y cuando las milpas dieron fruto, ¡los granos de maíz de las mazorcas eran blancos y brillantes como dientes de mujer!

Desde entonces, el maíz de color blanco es tan valioso y se considera un regalo de los dioses, en honor a aquella valiente joven que sembró sus dientes por amor a su pueblo.

 

Leyenda de Guatemala y El Salvador
Versión de Oralia Díaz (adaptado)

https://aprende.guatemala.com/cultura-guatemalteca/leyendas/leyenda-del-maiz-blanco/

Liitteet:

LK04-uni1_02-Origen_maiz_blanco